La
principal obligación de un político es decir la verdad. Esta es la premisa que
todos los cargos públicos deberían llevar “tatuada” en la mente, pero
desgraciadamente en este país no ocurre. En los Estados Unidos o en Canadá es
impensable que un responsable público mienta y se le permita seguir en el
cargo, quizá por la poca permisibilidad que tiene la propia sociedad con la
mentira en la política. Visto que los partidos políticos permiten que
mentirosos sigan en sus cargos, somos nosotros los ciudadanos los que tenemos
que exigir responsabilidades. No creo en las revoluciones, Cuba y Venezuela ya
las han tenido y a la prueba está cual es su situación. Pero si creo en la
iniciativa del individuo, afiliándose a los partidos para cambiarlos desde
dentro.
No
hay que irse muy lejos en el tiempo para tener un ejemplo claro: Monago no
tiene que dimitir por haber pagado viajes con el dinero del Senado, pues no es
ilegal (otra cosa es la moralidad individual sobre los gastos) y lo tenían
permitido, Monago tiene que dimitir por haber mentido.
Francisco
Granados y Jordi Puyol están sufriendo, de forma merecida, dos juicios. El
primero el judicial, al que le pido celeridad. El segundo, el social. La
condena que están sufriendo ambos viene por haber dicho de forma clara y
contundente que no tenían cuentas en Suiza. Los ciudadanos, al vernos
engañados, condenamos de forma más enérgica estas mentiras. Es por esto por lo
que creo necesarias, pero no únicas, medidas como los exámenes a candidatos que
se están llevando a cabo en el PP de Madrid. Está claro que con este examen no
evitas la corrupción (Granados lo hubiese pasado perfectamente) pero es un
primer paso para la transparencia necesaria, la que exigimos a los partidos
políticos. Imaginemos que dentro de unos meses alguno de los candidatos tuviera
una cuenta en Suiza o hubiera cobrado una comisión en b; de forma automática a
todos nos vendría a la cabeza la imagen del examen negándolo y, por lo tanto,
el reproche sería mayor. La opción a esto es seguir como hasta ahora, con un
procedimiento de designación opaco, es decir, no hacer nada.
Exámenes
a candidatos, controles internos, publicación de cuentas, sueldos, contratos,
auditoría de lo anterior por empresas independientes, inclusión de la oposición
en las mesas de contratación, cambios en la legislación para establecer las
subastas públicas y eliminar los negociados SIN PUBLICIDAD, más medios apra la
justicia, etc. Y la más importante: primarias en los partidos, que el afiliado
elija y el representante responda ante la militancia y no ante el jefe.
Las
medidas están sobre la mesa, falta un político valiente que las lleve a cabo. Termino
como he empezado, la principal obligación de un político es decir la verdad.