La
crisis económica que atravesamos puede llevarnos al catastrofismo absoluto o
hacer que aprendamos de nuestros errores, los enmendemos y no los volvamos a
cometer en el futuro. El de la universidad pública es un caso que hay que
estudiar y ha de hacerse ya, pues no creo que vuelva a haber una mayoría
absoluta como la actual ni un gobierno dispuesto a acometer una reforma tan
necesaria como la universitaria (no me atrevo a decir que este quiera hacerlo).
La
situación actual de la universidad es penosa, tenemos un sistema deficiente que
no ha logrado posicionar a ningún centro entre los 200 mejores del mundo. No es
casualidad, cuando todo es público nada es bueno. Tan solo en fracaso
universitario nos gastamos 3.000 millones de euros al año. Si, lo has leído
bien: la gente que empieza un curso y lo deja supone un coste de 3.000
millones.
Pues
bien, esto tiene solución y no pasa por que la gente deje de estudiar ni por
que solo los ricos vayan a la universidad. El proceso es simple: privatizar
todas las universidades y financiar de manera directa al alumno y no al sistema
de universidades. Este sistema se ha convertido en un entramado burocrático sin
fin, administraciones de facultades que no solucionan problemas (¿hay alguien
que esté contento con la suya?) y resultados académicos malos a nivel
internacional. Para solucionar esto la competencia entre universidades es
primordial. La introducción de Bolonia ha ayudado a que estas universidades se
distingan en cuanto a calidad pero el cambio ha sido mínimo. Hace falta una
reforma de calado. Lo que aquí se propone no es nada del otro mundo, pues cerca
de nosotros funcionan así y todo el mundo estudia en la universidad.
Si
el coste total de un curso (ejemplo Derecho) en la privada es de unos 7.000
euros, ¿cómo es posible que el coste real en la pública ascienda a unos 12.000?
Bu-ro-cra-cia. Actualmente el alumno paga -a la universidad- el 15% y la
Comunidad Autónoma financia -a la universidad- el 85% restante. Con el “cheque
universitario” lo que se hace es una financiación al alumno, es decir, recibirá
un cheque del importe del curso (que solo podrá gastar en el sistema
universitario). A medida que vayan pasando los cursos los precios de las que
eran públicas irán disminuyendo (es lo que tiene introducir competencia) hasta
llegar a equipararse con el precio de las privadas como el CEU. Los alumnos
tendrán la posibilidad de elegir la universidad que ofrezca mejor relación
calidad – precio, pudiendo ahorrar el sobrante del cheque para invertirlo en un
master o patrocinar iniciativas privadas de investigación, por ejemplo.
Las
administraciones están para ayudar y no para estorbar, es por esto por lo que
creo necesario que se favorezcan sistemas que permitan a las familias invertir dinero
para pagar en un futuro los estudios de sus hijos. Hablo aquí de una especie de
cuenta de ahorro universitario que, junto con otras medidas como deducciones
fiscales por los gastos universitarios, ayuden a crear un modelo educativo
eficiente y, sobre todo, de la mejor calidad.
De
la crisis tenemos que aprender que no podemos salir de ella con el mismo
sistema. Este cambio es necesario y debemos avanzar a un Estado del Bienestar
que acabe con el Bienestar del estado.