23 de noviembre de 2014

Otro sistema universitario es posible.

La crisis económica que atravesamos puede llevarnos al catastrofismo absoluto o hacer que aprendamos de nuestros errores, los enmendemos y no los volvamos a cometer en el futuro. El de la universidad pública es un caso que hay que estudiar y ha de hacerse ya, pues no creo que vuelva a haber una mayoría absoluta como la actual ni un gobierno dispuesto a acometer una reforma tan necesaria como la universitaria (no me atrevo a decir que este quiera hacerlo).

La situación actual de la universidad es penosa, tenemos un sistema deficiente que no ha logrado posicionar a ningún centro entre los 200 mejores del mundo. No es casualidad, cuando todo es público nada es bueno. Tan solo en fracaso universitario nos gastamos 3.000 millones de euros al año. Si, lo has leído bien: la gente que empieza un curso y lo deja supone un coste de 3.000 millones.

Pues bien, esto tiene solución y no pasa por que la gente deje de estudiar ni por que solo los ricos vayan a la universidad. El proceso es simple: privatizar todas las universidades y financiar de manera directa al alumno y no al sistema de universidades. Este sistema se ha convertido en un entramado burocrático sin fin, administraciones de facultades que no solucionan problemas (¿hay alguien que esté contento con la suya?) y resultados académicos malos a nivel internacional. Para solucionar esto la competencia entre universidades es primordial. La introducción de Bolonia ha ayudado a que estas universidades se distingan en cuanto a calidad pero el cambio ha sido mínimo. Hace falta una reforma de calado. Lo que aquí se propone no es nada del otro mundo, pues cerca de nosotros funcionan así y todo el mundo estudia en la universidad.

Si el coste total de un curso (ejemplo Derecho) en la privada es de unos 7.000 euros, ¿cómo es posible que el coste real en la pública ascienda a unos 12.000? Bu-ro-cra-cia. Actualmente el alumno paga -a la universidad- el 15% y la Comunidad Autónoma financia -a la universidad- el 85% restante. Con el “cheque universitario” lo que se hace es una financiación al alumno, es decir, recibirá un cheque del importe del curso (que solo podrá gastar en el sistema universitario). A medida que vayan pasando los cursos los precios de las que eran públicas irán disminuyendo (es lo que tiene introducir competencia) hasta llegar a equipararse con el precio de las privadas como el CEU. Los alumnos tendrán la posibilidad de elegir la universidad que ofrezca mejor relación calidad – precio, pudiendo ahorrar el sobrante del cheque para invertirlo en un master o patrocinar iniciativas privadas de investigación, por ejemplo.

Las administraciones están para ayudar y no para estorbar, es por esto por lo que creo necesario que se favorezcan sistemas que permitan a las familias invertir dinero para pagar en un futuro los estudios de sus hijos. Hablo aquí de una especie de cuenta de ahorro universitario que, junto con otras medidas como deducciones fiscales por los gastos universitarios, ayuden a crear un modelo educativo eficiente y, sobre todo, de la mejor calidad.


De la crisis tenemos que aprender que no podemos salir de ella con el mismo sistema. Este cambio es necesario y debemos avanzar a un Estado del Bienestar que acabe con el Bienestar del estado.