A
algunos la palabra liberalismo les produce malestar, a otros nos genera
alegría. ¿Y es que acaso alguien imagina un mundo sin libertad? ¿Alguien
querría para su país el mismo régimen que en Venezuela, China o Cuba? Aunque en
España haya un movimiento bolivariano, que esconde su ideología tras el azote a
la corrupción para llegar al poder e instaurarse y así, acabar con la libertad,
nadie lo quiere. La última encuesta del CIS esconde un dato muy relevante: en
un año las personas que nos declaramos liberales, como primera preferencia,
hemos pasado de ser un escaso 3,8% a un 14%. Esto es por la continua amenaza a
la libertad que vivimos en el día a día: el Estado nos dice hasta cuando
tenemos que parar con el coche, nos limita tanto la vida que necesitamos
semáforos impuestos para no desarrollar nuestro intelecto.
Sin
libertad no habría ni derechas ni izquierdas, basta con ver la intolerancia
mutua de ambas ideologías y es que sin libertad no podrían coexistir las dos.
Sin libertad no habría Estado del Bienestar, pues para que podamos tener
sanidad pública es imprescindible que exista la privada; lo mismo con la
educación, el sistema público no podría sustentar a todos los ciudadanos, por
eso es importante la educación privada, fruto de la libertad.
La
libertad de elegir, la que tanto miedo da a determinados sectores de la
sociedad española. El Estado no es nadie para imponerte a qué médico,
enfermero, hospital o colegio ir, el ciudadano es libre para elegir el que más
le convenga o guste (por diferentes motivos). Por eso es bueno que puedas
elegir entre todos los hospitales y centros educativos de la Comunidad de
Madrid sin ningún punto de preferencia como la cercanía, sistema que se
eliminó.
Sin
libertad solo podrías comprar ropa en la tienda estatal, con libertad tienes
infinidad de tiendas a las que acudir. Sin libertad todos tendríamos el dinero
en el mismo banco, a expensas de las decisiones estatales, con libertad puedes
escoger entre cientos de miles de bancos en todo el mundo. Sin libertad
tendrías que tener tu línea telefónica en la compañía del Estado, con libertad
puedes pagar 8 euros al mes por todos los servicios y elegir entre decenas de
empresas. Con falta de libertad estaríamos condenados a conducir el mismo
coche, gracias al liberalismo puedes comprar una marca de Indonesia o Japón.
Ahora
más que nunca hay que reivindicar que el sistema que tanto se critica es el que
nos ha ayudado a conseguir unas cotas de libertad y prosperidad nunca vistas, sin
guerras. Podríamos empezar a debatir si ha sido la izquierda o la derecha, pero
lo que no se puede debatir es que gracias a la existencia de libertad, hemos
podido alternar ideologías que nos han llevado a donde estamos.
Regenerar
el sistema, claro. Pero no para acercarse a Venezuela, si para darle más
libertad al individuo, por que estamos en el mundo para pensar (es lo que nos
diferencia) y no para que el Estado piense por nosotros.